La casa del gallego situada en la calle Alfonso XII, número 34, representa una de las primeras construcciones del nacimiento de Tomelloso, una de las primeras casas típicas dela burguesía de los siglos XIX y XX, constituyendo no solo una vivienda, si no que es a su vez de los más importantes puntos de producción y elaboración de vino y alcohol de la época. El nombre por el cual se denomina al inmueble.
La Casa del Gallego
se debe a sus pasados segundos expropietarios, ya que su padre Don Ramón Vásquez Rodríguez y su esposa adoptaron a su hijo Ramón de Galicia.
La tradición manchega vinícola se reencarna en este contexto, una propiedad privada que representa el esfuerzo y el trabajo de los antepasados a través de los cuales se dio el paso de una aldea a ciudad como la creación de la cultura popular que existe hacia el vino, las tradiciones y costumbres. La chimenea que encontramos en el interior de la casa, protegidas por el Ayuntamiento, es una de las primeras existentes en la localidad.
En el libro publicado por Joaquín Patón Ponce, “Chimeneas alcoholeras en la provincia de Ciudad Real”, se puede hallar la historia de estas edificaciones que son símbolo de nuestra región.Las fachadas son las típicas de edifcaciones rústicas manchegas, ya que el inmueble se encontraba en el campo antes de que creciera el pueblo.
La chimenea de la Casa del Gallego en Tomelloso
Esta pluma que se presta en el día de hoy a redactar unas líneas sobre la chimenea de la Casa del Gallego en Tomelloso es la misma que ha sacado a la luz un par de publicaciones sobre chimeneas industriales en La Mancha y varios artículos periodísticos sobre el mismo tema. Con todos los respetos y guardando las distancias que obviamente se dan entre este y otros Patrimonios Industriales existentes a lo largo y ancho de las geografías nacional e internacional, nosotros consideramos que las cerca de 40 chimeneas de antiguas destilerías de vino que aún se conservan en nuestra localidad constituyen un patrimonio precioso, peculiar, único e irrepetible.
Una de las más antiguas es la de la Casa del Gallego, ubicada en el cruce de las calles Alfonso XII, Amparo y San Antonio. Evidentemente, esta chimenea, construida a finales del siglo XIX no es tan bonita como las que se construyeron a mediados del siglo XX. ¿O quizás sí? ¿O tal vez lo es más? Nosotros nos inclinamos por esta última suposición pues cada uno de sus ladrillos nos habla en voz alta de la valentía, la capacidad de trabajo y la terquedad necesaria para, no sólo sobrevivir, sino prosperar instalando un negocio viable en esta dura y más bien reseca llanura manchega, en la que nada es fácil.
La Casa del Gallego es de propiedad Municipal desde la época de la burbuja inmobiliaria, años de bonanza en los que la Corporación Municipal hizo acuerdo con un constructor local. A nuestro entender, un buen acuerdo, pues pasó a ser propiedad pública un bien de gran valor patrimonial que se encontraba en manos privadas, además de muy mal conservado.
Inmediatamente se hicieron proyectos para instalar en el edificio dependencias municipales, pero la burbuja se desinfló y no se llevó a cabo ninguno de ellos. En los primeros planos no se contemplaba la conservación de la chimenea, sí su demolición, pues no se le daba valor alguno.
En el año 2015 se ha llevado a cabo la restauración del edificio citado y, afortunadamente, se ha conservado y restaurado la chimenea industrial, de lo cual nos alegramos todos.
La chimenea tiene 10´5 metros de altura y estaba adosada a una edificación construida con muros de tierra compactada. Era el escape de humos de un pequeño alambique que hacía una destilación artesanal para obtener aguardientes procedentes del vino. Al lado de la chimenea existía una construcción que podría considerarse como una torre de destilación, la cual cubría el alambique. Estos muros estaban en muy mal estado y ha sido necesario derribarlos.
Las instalaciones, puestas hoy en día a un examen de sostenibilidad, seguro que sacarían una nota sobresaliente: el agua que necesitaba el alambique para su funcionamiento se extraía del acuífero mediante una noria movida por tracción animal; el combustible utilizado por la caldera eran restos de poda de las viñas traídos del campo y orujillo del año anterior desecado, los cuales producían muy poco humo si estaban secos; añadía otra salida al vino, los destilados de calidad, y no añadiremos más ventajas por no extendernos demasiado.
La chimenea se encontraba en un estado que nosotros consideramos como regular-malo. El derribo del muro adosado hubo de hacerse de forma manual y con sumo cuidado, pues si se utilizaba maquinaria la chimenea se podría haber venido al suelo. Se hizo con paciencia y correctamente. La restauración, en nuestra opinión, también se ha hecho bien, y ahora este elemento de nuestro Patrimonio Industrial se ve en muy buen estado.
En ciertas ocasiones, a los aficionados a la conservación de nuestro Patrimonio local nos ha tocado discutir con algún responsable político o técnico municipal para intentar evitar que algunos bienes se perdieran total o parcialmente. Esta vez –y que sirva de precedente- solo nos queda elogiar la actuación de todas las Corporaciones Locales que han intervenido en que la Casa del Gallego sea un Bien de Propiedad Pública, y especialmente a la que rige los destinos de Tomelloso ahora. La felicitación la hacemos extensiva a técnicos y personal del Departamento de Urbanismo del Exmo. Ayto. de Tomelloso, así como a la empresa adjudicataria de las obras.
Finalmente diremos que, para los que estamos seguros de que en Tomelloso habrá pronto un Museo de la Destilación del Vino, el primer paso ya está dado.
Joaquín Patón Ponce
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