A don Diego Rosel y Fuenllana,
inventor de nuevos artes
Jamás en el jardín de Falerina
ni en la Parnasa, excesible cuesta,
se vio Rosel ni rosa cual es ésta,
por quien gimió la maga Dragontina;
atrás deja la flor que se recrina
en la del Tronto archiducal floresta,
dejando olor por vía manifesta
que a la región del cielo la avecina.
Crece, ¡oh muy felice planta!, crece,
y ocupen tus pimpollos todo el orbe,
retumbando, crujiendo y espantando;
el Betis calle, pues el Po enmudece,
y la muerte, que a todo humano sorbe,
sola esta rosa vaya eternizando.
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