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HIMNO A TOMELLOSO

sábado, 31 de mayo de 2014

Tomelloso - Amiga a la que amo… (Eladio Cabañero)


Amiga a la que amo: no envejezcas.
Que se detenga el tiempo sin tocarte;
 que no te quite el manto
de la perfecta juventud. Inmóvil
junto a tu cuerpo de muchacha dulce
quede, al hallarte, el tiempo.

Si tu hermosura ha sido
la llave del amor, si tu hermosura
con el amor me ha dado
la certidumbre de la dicha,
la compañía sin dolor, el vuelo,
guárdate hermosa, joven siempre.

No quiero ni pensar lo que tendría
de soledad mi corazón necesitado,
si la vejez dañina, perjuiciosa
cargara en ti la mano,
y mordiera tu piel, desvencijara
tus dientes, y la música
que mueves, al movere, deshiciera.

Guárdame siempre en la delicia
de tus dientes parejos, de tus ojos,
de tus olores buenos,
de tus brazos que me enseñas
cuando a solas conmigo te has quedado
desnuda toda, en sombras,
sin más luz que la tuya,
porque tu cuerpo alumbra cuando amas,
más tierna tú que las pequeñas flores
con que te adorno a veces.

Guárdame en la alegría de mirarte
ir y venir en ritmo, caminando
y, al caminar meciéndote
como si regresaras de la llave del agua
llevando un cántaro en el hombro.

Y cuando me haga viejo,
y engorde y quede calvo, no te apiades
de mis ojos hinchados, de mis dientes
postizos, de las canas que me salgan
por la nariz. Aléjame,
no te apiades, destiérrame, te pido;
hermosa entonces, joven como ahora,
no me ames: recuérdame
tal como fui al cantarte, cuando era
yo tu voz y tu escudo,
y estabas sola, y te sirvió mi mano.

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viernes, 30 de mayo de 2014

Tomelloso - Algunas amistades son eternas (Eladio Cabañero)



Algunas veces encuentras en la vida
una amistad especial:
ese alguien que al entrar en tu vida
la cambia por completo.
Ese alguien que te hace reir sin cesar;
ese alguien que te hace creer que en el mundo
existen realmente cosas buenas.
Ese alguien que te convence
de que hay una puerta lista
para que tú la abras.
Esa es una amistad eterna…

Cuando estás triste
y el mundo parece oscuro y vacío,
esa amistad eterna levanta tu ánimo
y hace que ese mundo oscuro y vacío
de repente parezca brillante y pleno.
Tu amistad eterna te ayuda
en los momentos difíciles, tristes,
y de gran confusión.
Si te alejas,
tu amistad eterna te sigue.
Si pierdes el camino,
tu amistad eterna te guía y te alegra.
Tu amistad eterna te lleva de la mano
y te dice que todo va a salir bien.

Si tú encuentras tal amistad
te sientes feliz y lleno de gozo
porque no tienes nada de qué preocuparte.
Tienes una amistad para toda la vida,
ya que una amistad eterna no tiene fin.

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jueves, 29 de mayo de 2014

Tomelloso - Abrazo (Eladio Cabañero)


Un simple abrazo nos enternece el corazón;
 nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida.

 Un abrazo es una forma de compartir alegrías
 así como también los momentos tristes que se nos presentan.

 Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos
 que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro
 porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos.

 El abrazo es algo grandioso.
 Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
 cuando no conseguimos la palabra justa.

 Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño,
 hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma
 porque siempre es entendido.
 Por estas razones y por muchas más… 
 hoy te envío mi más cálido abrazo.

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miércoles, 28 de mayo de 2014

Tomelloso - Labrador manchego (Eladio Cabañero)


Es un pintor que mira y que repite
la emoción del paisaje, los colores
donde ahonda la luz del pensamiento
en su fisonomía siempre insomne.
Con los ojos cerrados reconcentra
el campo de su alma, oscura torre
que resiste en vaivén, en equilibrio,
un duro viento de interrogaciones.
Nadie puede decir qué pensamientos
superpueblan la frente de este hombre.
(En el ancho paisaje de La Mancha,
pósito de la luz y de los soles,
por las ventanas de la tarde saltan
los pedernales de los labradores.)
Se sale a caminar (detrás el pueblo
aldeano y relimpio). Se recorre
los arados, los surcos, los caminos
proyectando teóricos remontes,
encauzados de piedras solitarias,
los espejismos y los horizontes…
y regresa arriando los crepúsculos,
tascando el freno que tan bien conoce.
De madrugada sueña y amanece
como la tierra desnutrida y pobre.
Se le llora la lágrima que lleva
toda su vida como un gas salobre
y da temor mirarlo porque pide
justicia cuando mira escueto, incólume, 
sin que sepamos nunca lo que piensa

martes, 27 de mayo de 2014

Tomelloso - Antes cuando la infancia (Eladio Cabañero)


El cielo aquel pintado con tizas de colores;
el sol que se empozaba tantos jueves
para los largos temporales
( “Cuando se empoza el sol en jueves,
antes del domingo llueve…”)
Aquellas calles largas con carros y viñeros;
el pregonero del Ayuntamiento
y el tío del “rabiche”; el carro
del “alhigue” cuando los carnavales;
las barberías con aquellos frascos
llenos de sanguijuelas coleantes;
el miedo de las noches del invierno
desiertas por el cierzo y los fantasmas;
las uvas, las espigas, la Glorieta,
la feria, el corralazo de los títeres…
¿Era aquél Tomelloso?
¿Era yo aquél, aquel de por entonces?
No me recuerdo bien. No tengo pruebas.
Era antes de la guerra. Mucha gente
no viviría bien, seguro, pero
el tiempo de los niños es hermoso,
y aunque la vida va a su mejoría
-según dicen- y hay tantos nuevos sueños:
viajar a la luna y los planetas;
inventar pan para que no haya pobres,
nueva fe en nuevos pechos,
aquel tiempo consuela a los que fuimos
niñez y luego muerte en nuestra infancia.
Antes que lo perdiéramos,
aquel niño de todos y de nadie
jugó por todo el pueblo, entre bidones
y cubas y trujales, en las fábricas,
en las destilerías de alcohol,
donde el vino zurría y se quemaba,
mientras nosotros -aúpa- nos saltábamos
montoneras de orujo, eras de lías.
Y el campo, ¿cómo era
antes de que aquel cielo, aquellos hombres,
se fueran a la guerra para no volver nunca?
…Vendimiadores tiempos,
una vez en las viñas, vendimiando, una noche
-quiero acordarme, pero ha tanto tiempo-
en la pequeña casa, acabada la cena,
todos bien avenidos se embromaron,
se tiznaron jugando al “San Alejo”,
con la sartén tocaron seguidillas
y jotas a la luz de los candiles;
y luego se acostaron en-parva por el suelo,
que ya no se cabía
sino en las alambores y en la cuadra.
Eran caras alegres como nunca haya visto.
Era antes de la guerra y yo tenía
de cuatro a cinco años.
Muchos ya no volvieron para echar hato los lunes
para irse de semana, de vendimia.
El cielo no volvió ni fue ya claro.
La gente se hizo dura,
y a los niños dejaron de querernos.
Y nosotros, mis primos, mis amigos,
no volvimos tampoco de la guerra:
de repente crecimos, fuimos otros,
nos perdimos igual que se perdieron
de vista, hacia el Oeste, tantas cosas.

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lunes, 26 de mayo de 2014

Tomelloso - EL ANDAMIO (Eladio Cabañero)


"Debieran dividir con una tiza el mundo,
 separarlo en cuadrículas pequeñas
 que sirvan para un cuerpo,
 para un hombre solamente,
 ¿no sobramos ya muchos?
 y a todos los demás darnos la mano
 y desearnos mejor suerte en la guerra."

 El aire distribuye igual que siempre
 sobre la tierra su piedad y su música;
 a las tres de la tarde
 la plomada pregunta, los niveles nivelan
 y al compás del trabajo piensa el hombre:

 "Es mejor, compañero,
 dejarse ya de guerras y políticas,
 los Estados Unidos y los rusos,
 y acordarnos en cambio del abuelo
 sentado, bajo un chopo o una higuera,
 con cara de barbecho, silencioso.
 Ayúdame a amarrar las cruces de este andamio,
 ten precaución, sujeta fuerte, no sea
 que por mirar un pájaro pararse
 o una muchacha hermosa en su ventana,
 no queden bien seguros estos postes.
 Ata fuerte las sogas por los nudos,
 los amarillos puños del esparto,
 que a lo peor, cuando estemos arriba,
 perdemos pie de pronto trabajando
 y no sirve la fuerza y nos caemos."

 No era aquél el momento
 de censurar los tiempos, tan difíciles,
 sino de levantar aquel andamio 
mientras el sol mandaba por las calles.

 "Compañero,
 es mejor ver el trigo allá en los campos
 que ver fundir el oro,
 es mejor irse al puerto de los barcos de vela
 que al de los submarinos;
 pero agarra,
 vamos a ver si atamos este andamio
 mucho mejor que aquel del accidente
 cuando murió el compadre de las barbas
 --en paz, amigo mío--
 que fue bueno y de Dios, que era creyente
 para no ser tan pobre como era.
 Ata fuerte las sogas por los nudos,
 los amarillos puños del esparto...

" Allí no se trataba 
 de pasarse de listos ni de tontos 
 sino de atar mejor aquel andamio 
 y comprender que el más sabio es el tiempo.

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domingo, 25 de mayo de 2014

Tomelloso - Anochecida en el campo (Eladio Cabañero)


Se está poniendo el sol de otoño lento
y en el haza hacen sombra los terrones...
Cantan los que trabajan, ¡ay!, canciones
que por lo bajo canta el pensamiento.

 La noche va encerrándose. Un momento
cruzan ahogos lejanos, vagos sones,
y algo sucede que los corazones
y el campo callan en recogimiento.

 Se alarga el miedo entonces como un río,
los contornos se encogen y procura
el horizonte cerrar bien la puerta.

 Y el primer cierzo, cada vez más frío, 
cada sol menos, cada noche oscura, 
pone la vida un poco más desierta.

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sábado, 24 de mayo de 2014

Tomelloso - Tú y yo en el pueblo (Eladio Cabañero)


Es todo bien sencillo. Nuestro pueblo 
con sus tejados, sus barbechos surtos 
en la orilla del campo, el sol colgante, 
la torre de la iglesia, nuestras casas, 
ya estaban desde siempre por lo visto. 

Todos estaban antes, ¡qué sencillo! 
Nuestros padres, los suyos, los parientes, 
aquí estaban; las viñas daban fruto 
al cobijo del llano, hacia septiembre; 
explotaban de rojas las sandías 
y los membrillos lo aromaban todo 
mientras el vino nuevo ardía en las cuevas, 
en las tinajas roncas y en los cántaros, 
y no habíamos nacido, compañera. 

 Nunca se tuvo la fe suficiente 
para entender a un niño. Por entonces 
la vida estaba azul para nosotros. 
Oh niña dulce en Tomelloso aquella, 
qué tiernecito corazón el tuyo 
mientras la guerra... Huelo aquellos años 
como el mejor perfume. Ángel nacido 
que fuiste tú, y yo el muchacho serio 
que, sin saberlo, yendo por las calles 
pasa frente a tu puerta y te conoce. 
Ah tiempo recordable, sombra izada 
como un mal sueño en nuestra juventud, 
¿todo ha sido verdad? Qué gran sospecha 
nuestra vida pasada allá en el pueblo: 
sus fiestas de guardar, sus romerías; 
las ferias de septiembre (cuando llevan 
los viñeros, los pobres, a sus hijos 
Con los zapatos nuevos, que no pueden 
andar, ilusionados...); los inviernos 
con nieve y con amigos que regresan ; 
el pueblo con gramberros por las calles, 
gamberros como hermanos, cariñosos, 
bromistas del petardo y de los dichos 
gordos y hasta poéticos a veces. 

 Puestos a recordar, hemos venido 
de visita a este mundo insatisfecho. 
En las tardes del pueblo, sueño que urde 
la lejanía en soledad del mundo, 
hemos amado tanto en otros seres, 
en años, quizá siglos, tantas veces 
te miré ensimismado, emocionado, 
que hoy ya no es necesario, compañera, 
amor mal recobrado, que te diga 
cuánto te quise en nuestro pueblo, a solas.

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jueves, 22 de mayo de 2014

Tomelloso - Poema para una amiga muy bella (Eladio Cabañero)


Bella te digo porque así se llaman
esas mujeres que han nacido
para la vida siempre: dulce y ácida.
Tú eres la colorada piel, la fruta,
la pierna, el pecho soberano que alzas,
pequeña porque así son los naranjos,
blanca y morena, o sea, cálida.

Amiga, ¿es la amistad la que nos manda
o acaso es el amor? Las dos preguntas
tienen en sí respuesta dada.
Si la verdad llegara a verse un día,
si nuestra fe se confirmara...,
pero no, amiga mía misteriosa,
que las palabras siempre engañan.
Que las palabras no sonríen nunca,
que eres tú la que ríes, dices, andas,
pones luego los ojos apartados,
muy expresivamente callas.

En estos tiempos sabe todo el mundo
guardar la ropa cuando está mojada,
hurtarse, dar olvido, fingir burla
del sentimiento porque es lágrima.
Por eso siempre estamos tan contentos,
tan campantes, tan fuertes -¡tiene gracia!-;
por dentro va la procesión, lo dicen
los gestos bruscos, las miradas.

Cuerpo de uva garnacha,
hembra de vino fuerte y alegría,
bella mujer de amor y madrugada.
Haces, querida amiga, maravillas
para evitar heridas, para
que no te vea tan hermosa, ¿sabes?
tan femeninamente en cuerpo y alma.

Y así está el pueblo de suspiros, sueños,
besos dados al rostro de la nada,
así estoy yo y así los que no quieren
confesarse que te aman.
Da miedo ver tan cerca la hermosura
cuando está viva y quema duele tanta
pasión, que así se llama, contenida
a penas duras, tiempo y trampas.

Muy bellamente estabas
cuando mis ojos una vez. Ahora
en el recuerdo vives clara.
Si se leyeran las cenizas luego,
que dicen, arden más que muchas brasas,
si alguien pusiera en claro nuestras vidas
fondo común de la desgracia.
Pero la muerte mete tanta prisa,
somos tan poca cosa, tan lejana
queda nuestra ciudad, sin nombre apenas
nosotros y los nuestros, nuestra casa...

Tus pies, tus manos y tu cara.
La tela del vestido, oh, dulces olas,
redondas islas cubre con sus aguas.
Seas amiga si la tarde, el tiempo,
corre a su puesta como el sol; hermana
si desvalidamente sufres; novia
si me recuerdas en la distancia.

Eres muy lista, mi pequeña,
eres la niña cariñosa y mala
que descubre de pronto a los mayores
todo lo que les pasa.
Temo que te sospeches cuánto he puesto
mis brazos hacia ti, cómo esperaba
volver a estar contigo, sin que nunca
me vieras cuando te miraba.

Los secretos no sé por qué se guardan;
y este secreto no interesa a nadie,
la vida es sólo cotidiana.
Pero yo escribo para ti estos versos
aunque no tengan importancia.
Mi bella amiga, ¡muchas gracias!

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miércoles, 21 de mayo de 2014

Tomelloso - La Mancha al sol (Eladio Cabañero)


La Mancha: surco en cruz, ámbito, ejido,
parador del verano, en cuya anchura
un ave humana vuela a media altura,
ya tantos años viento azul perdido.

Hacia el otoño, surco en el olvido,
uva yacente, el campo en su largura
recuenta soles, siglos, y madura
el paisaje en el tiempo repartido.

Recuerda sus molinos, al rasero
mural del horizonte todavía,
espejismos de lanza en astillero.

La Mancha frente al sol: una sandía
de corazón quemante y duradero
frente a un circo de cal y lejanía.

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martes, 20 de mayo de 2014

Tomelloso - La Despedida (Eladio Cabañero)



Adiós, hijo, ya no nos volveremos a ver.
(De una carta de mi padre)

 Como el olvido es malo, nunca olvido;
han pasado estos años… Ahora veo
que es necesario hablar de despedirnos,
de un documento extraño que se firma
para dejar de ver a los que amamos.

A solas pienso: «esto tan ancho sé que no es el mundo,
ni esta sed, este silencio;
la gran apuesta, la esperanza .
de la victoria entre pared y pared tampoco».

A todo esto, padre,
verás cómo no puedo despedirme.
La vida es la noticia que no se puede olvidar
más fácilmente;
verás cómo no puedo decir nada.
Vivir, seguir
esta perdida apuesta es lo que importa
aunque estemos en medio de la calle
sin nada que vender ni que ponernos.
(Entre las cosas viejas de la casa
tu tapabocas roto, tu boina,
ropas tuyas
tan cargadas de tiempo; y aquella carta
que pareciera cursi si no fuera
porque es tan de verdad.) A todo esto…

«Hay que ser generosos,
los demás están solos, necesitan
que alguien se ocupe de ellos
porque el amor más mínimo les falta;
amamos poco al hombre», tú me dices.
Leo tu carta pensando
que siempre he sido un torpe y que no he visto
cómo eras tú hasta ahora que me faltas.
Aquellos ojos en mis ojos, música
entre los dos, y aquellas manos,
no los pude apreciar porque hasta entonces
vivíamos sin un luto.

Bien recuerdo las cosas:
si íbamos a comer, estaba madre
atareada y fuerte entre nosotros;
bien lo estoy recordando…
nos iba así la vida y yo era un niño
en libertad en las calles de su pueblo
que mirando a su abuelo pensó en Dios.

No amamos bien al hombre.
Recordando aquel pan y aquella cárcel,
viéndote emocionado,
fiado en la verdad, claro, indefenso,
he vuelto a deshacer la despedida
para que ser tu hijo sea decirte
que no estás sin amor .

No me despido.
La temblorosa rúbrica de irse
hoy la recojo de tus manos, padre;
que no te olvido en la desgracia, no.
Sosténme,
sepa tu corazón, si ahora me escuchas,
que eres más bueno cada vez y que amo
la pequeña limosna de mi vida
antes de despedirnos para siempre.

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domingo, 18 de mayo de 2014

Tomelloso - El pan (Eladio Cabañero)


A Salvador Jiménez
 (Puesto sobre la mesa el pan premia y bendice.)

 Poned el pan sobre la mesa,
contened el aliento y quedaos mirándolo.
Para tocar el pan hay que apurar
nuestro poco de amor y de esperanza.

Mirad que el pan, entre el mantel,
más blanco que el mantel de hilo blanquísimo,
tiene, como señales de su hornada,
el último calor que no da el sol al trigo.

Mientras que nos invita,
mientras que da su premio conmoviendo
de dichosos temblores nuestras manos,
podemos merecer el pan de hoy.

Poned el pan sobre la mesa,
al lado de los vasos de agua sensitiva,
por donde el sol se posa mansamente
cribando luminosos los pequeños insectos
que encuentra en esa anchura que la da la ventana.

Ved que el pan es muy amigo de los niños y de los pájaros,
con sus blancas miguitas que se esparcen pequeñas,
en donde se atarean los pobres gorriones
y las palomas zurean y aletean
en la tranquilidad de las plazas y de las fuentes,
las mañanas limpias y soleadas,
cuando están los relojes diligentes, atentos,
porque las campanadas suenan muy dulcemente.

Ved que el pan es rugoso y recogido
y tiene los colores más humildes,
y puede compararse a todas las virtudes
y hasta a los cabellos blancos y piadosos de un anciano.

Poned el pan sobre la mesa,
junto al vaso de agua...
en esos momentos los que amamos pueden llegar,
pueden llegar empujando las puertas y quedarse maravillados,
porque el pan es el mejor recibimiento
cuando los que queremos llegan a nuestra casa.

Para pensar en la mujer que amamos,
estando a solas reencendiendo su recuerdo,
el pan purifica el sobresalto y el remordimiento,
y podemos pensar en nuestros hijos
y elegirles los mejores, los más bellos juguetes,
y el pedazo de pan con la sonrisa torpe
del padre que quiere besar y abrazar mucho a su hijo
y no sabe de qué modo tocarlo.

Ay, también, los mendigos
con las manos extendidas a nuestra caridad,
que es lo mejor de ellos y de nosotros.
Mujeres
que tienen muchos pobres hijos pobres,
que los ojos les brillan mucho y los pómulos les escuecen,
que los cabellos se les enredan de bajar y subir hijos
del suelo.
Y porque los criminales y los renegados
aman el pan y a sus madres,
y porque los suicidas nunca cruzan los trigos,
y porque casi nadie lo mira sin llorar
a la hora de tener que confesar las culpas.

Poned el pan sobre la mesa,
junto al vaso de agua;
ponedlo con solemne esmero sobre la mesa
por ese sitio donde el sol dora el mantel, hilo a hilo,
y decid a los vuestros que se sienten
a rezar el Padrenuestro
de la comida en paz.

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sábado, 17 de mayo de 2014

Tomelloso - Compañera (Eladio Cabañero)


(Tan conocida y tan extraña)

 Amanecí una vez cerca del río;
venia un ciervo tuyo
con la bella cabeza hecha un desorden,
miré y colmabas
los recipientes del sol.
Espadas del otoño
y el sereno limón de tu ventana,
retaron mi corazón fiado en su ternura.
Tapia que gana el empujón del viento,
fui vencido. Quedé solo en la noche,
quedé mirando el mar a tientas
de mi alma.

Apenas sé tu nombre, si estás lejos,
apenas si te escribo, si te refiero
y amo.
Te quiero siempre esposa reducida
para decir «mi compañera,
con tus lastres más íntimos me hundes,
la señal de la siembra hacen tus manos
cuando toco tu cuerpo;
frente a la vida estamos;
difícil alpinismo es esta historia».

Qué levantada gracia estar contigo,
compañera,
de ti depende que la luz sea clara.
Por un subir de montes a diario
voy
ajeno a los romeros para verte.
Bien sé lo que te quiero:
ciego condecorado en los dos ojos,
más humano que un pájaro con frío,
a la vida me eché para quererte,
a la vida me eché como quien roba
oro para la imagen más querida.
Hay que tener más rabia que un bandido,
más horror que un suicida
y más furia que el mar,
ser
más frío y más pacífico que el hielo
para tenerte cerca y no apurarte
como un sorbo de agua.
Se conmemora en piedras el olvido,
es demasiado el tiempo para el que ama.
Cuando un amante se retira o muere
y alguien quema unas cartas
que se pusieron amarillas pronto,
a la cuarta pregunta nos quedamos
un poco más que polvo para el viento.

A la desesperada
luchan la muerte y los enfermos pobres.
Aquí avizoro,
el descampado aguanto
como el frutal debajo del pedrisco:
Tú allá cruzas el pueblo
morena clara y rápida,
dejándote vivir y siendo hermosa
para que el agua de mi fiebre suba,
para que se me aumente el corazón,
quizá para que muera.

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viernes, 16 de mayo de 2014

Tomelloso - Bien sabes tú (Eladio Cabañero)


Bien sabes tú que hay alguien que se encarga
de empozar ríos y amargar los mares,
alguien que punza y mezcla en los cantares
el brillo horrible, el ¡ay! de una descarga.

Así nos van las cosas... A la larga
el amor se retira a los lugares
donde el tiempo a la nada erige altares
y la vida a la tuera más amarga.

Sólo los vencedores del olvido,
los que no besan nunca, los que callan
entre puertas del llanto y de la muerte

ellos tan sólo aguantan encendido
su corazón, mientras que a mí me estallan
las venas en relámpagos, sin verte.

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jueves, 15 de mayo de 2014

Tomelloso - Último poema de amor (Eladio Cabañero)


Ayer fue amor. (Ayer, amor, ¿qué ha sido
de la emoción aquella?). A la mañana
amaneció en mi frente un sol venido
desde muy lejos, desde tu ventana.
Hoy te hablo, amiga, en nombre de estas manos
y estos ojos perdidos de hombre ausente
que en ti soñó sus sueños más cercanos
y comprendió la vida de repente.

Amada lluvia fresca en los caminos,
tú ayer estabas en el mar, venías
a hacer los aires tuyos femeninos
desde aquel reino donde tú vivías.
Hoy pareces estar -oh, sueños vanos
de ser y estar aliado de la gente-,
hoy pareces estar convaleciente,
parapetada en mundos sobrehumanos.

Uva de piel radiante, los racimos
hacia tus labios van dando un viraje
desde la tarde aquella que estuvimos
mirando juntos hacia aquel paisaje.
¡Oh, verdades hermosas escondidas!
Tu cabeza inclinada, tu cabeza
vencida por la luz por sorprendidas
palomas y alas dulces de belleza.
Has ilustrado tantos claros días,
has paseado tanto amor... Quién sabe
si ahora te vuelves a esas lejanías
y amas tu corazón aquel, quién sabe.

Hoy quiero amar al tiempo que has tenido
alrededor cuando eras niña apenas;
fuiste entonces tanto, tanto he sido
y ahora somos pasado a manos llenas.
Hoy quiero amar la vida en tu memoria.
Deja tú que la vida represente
sus diminutos dramas y haga historia
de cosas que no son eternamente.
Deja pasar los años... No se evade
la fe con la ceniza pasajera.
No fíes de este mundo, Que traslade
la muerte nuestra sombra verdadera.
Seremos fondo y forma de energía,
cosas de tierra en sí cristalizada.
Al final todos juntos giraremos
al aire y al silencio de la nada.

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miércoles, 14 de mayo de 2014

Tomelloso - El encuentro (Eladio Cabañero)


A cántaros se han hecho los mares para un niño;
con los besos no dados, el amor verdadero.
Hoy sé que por ti he sido capaz, Marisa Sabia,
de levantar a pulso, espuerta a espuerta,
un cerro o una torre,
un chorro de silencio incontenible
hasta subir al infinito y verte.

Te he visto hacia el amor, la fe y la dicha.
Y encontrarte, Marisa, el sólo verte,
ha sido el pan y el premio que ya no me esperaba
después de tantos años de amor falso,
sueño a crédito y ruina.
En la vivida feria tengo visto
brazos, piernas, caderas, pechos y ojos
más chicos y mayores que los tuyos. ¿Qué importa?
Acaso tan difíciles, otros más cariñosos.
Algunos -¿cuáles de ellos?- he logrado tenerlos,
muy fácil: por dinero o por dolor.
Tú me has costado más que todo junto,
que hasta ti he consumido los días de mi vida,
mi obrero corazón, las dioptrías restantes.

Cuento en versos las horas desde que te conozco,
y hoy, al pensar en ti, pregunto: ¿cómo eres?
Hablo sin hacer ruido: ¿dónde estabas?
O estás un poco enferma,
o tienes un examen, o te callas, o fumas
viendo tendida el río del tiempo consumirse.

Yo sigo todo un curso de fe. Tú miras, piensas;
te marchas a tu pueblo; vuelves, dices
con tu voz que se escucha venir convaleciente,
con tu raza y tu línea de judía castellana,
igual que los frutales apuntando,
las estatuas más bellas
y el color sefardí de tu garganta hermosa.

Para poder quererte y no morirme
creí en sueños, atrás, hacia adelante,
tomé oficios hermosos. ¿Cuánto hace
que aré por ti y segué, corté racimos de uva,
teché tu cuarto entonces, abrí balconerías
directamente dando a la luz de tus ojos?
Desde que el mundo fue corazonándome,
filmé a oscuras los versos que esta noche te escribo;
para poder quererte como ahora,
tomé trenes en marcha cada día;
viví por ti, gané el jornal exacto
para el café y los libros... Vuelvo a entonces:
según qué horaje hiciera, percanzaba
lumbre, lluvia o sandías,
luz candeal y agua para estar contigo.
No te extrañe esta historia:
otros que en nuestra sombra se han amado
y que quizás murieron por nosotros,
saben que esto es verdad.

Marisa, escucha, dime:
después de conocernos esta tarde,
¿no es hermoso y terrible que la muerte
alcance a destruirnos
y trasladarnos puros y borrarnos?
Mientras tanto, Marisa Castellana,
sóplame entre los ojos,
que te puedan ver más. Haz que te mire,
alcance a ver tu corazón, recuerde
y sea todo distinto.
Guizca fuerte en mi alma
y deja que te bese los labios y me muera
al tener que dejarte, ir al trabajo,
a las calles, al Metro, a las tabernas,
a las tertulias del café..., a la vida
Que me espera después de conocerte.

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lunes, 12 de mayo de 2014

Tomelloso ciudad del vino pintura y letras (Frases de Antonio López García)

Sólo puede dibujar bien quién se divierte con ello. 
Antonio López García


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